
Salió encendido el Unicaja, con la mecha prendida, buscando sus límites, generoso en el esfuerzo, repartiendo carantoñas a su enojada afición y buscando la gloria. Y se encontró a sí mismo, recuperó los valores perdidos que necesita para reconducirse, y de paso logró su victoria más pura y sana de la temporada, la que más bien puede hacerle, la que más se ha merecido. Fue, de largo, el mejor partido del Unicaja en lo que va de curso. Por el resultado, por supuesto, porque al fin y al cabo el tanteo es el que manda, e incluso le recuperó el average al Bizkaia Bilbao Basket. Pero sobre todo, por el cúmulo de sensaciones que desprendió, al fin, el equipo.
El Unicaja recuperó viejos valores que parecían olvidados. Y no ya de Ciudad Jardín, sino del Martín Carpena: intensidad defensiva, batalla cuerpo a cuerpo en cada posesión, máxima atención por el rebote y todos a la carrera para pasar por la caja registradora los máximos puntos posibles. Lo que tantas veces hemos vivido, sentido y disfrutado en el Palacio. Primero con Maljkovic y después con Scariolo, en los años de gloria del equipo, del proyecto, del Unicaja. Incluso en el primero de Aíto. Tras dos años de apagón, de partidos regulares, malos y mediocres, lo de ayer debe ser un punto de inflexión. Al menos, eso esperamos.
El Unicaja jugó como un equipo. Desde el salto inicial. Y eso se notó: fe, garra, intensidad y fuerza. Las ventajas fueron creciendo minuto a minuto: 7-2, 20-8, 26-14, 32-14 y 47-26 al descanso. 12 puntos para Fitch, 9 para Rubio, 5 rebotes para Freeland, 4 para Sinanovic, 2 asistencias para Blakney... Sumaron todos, del primero al último. Y no necesitó un acierto grandilocuente desde el perímetro el cuadro malagueño (3 de 13, con un 23%), no. Las canastas llegaron cerca del aro, con el fantástico trabajo de los grandes y las carreras de los pequeños para llegar fácil en el contragolpe.
Caras de concentración, trabajo bien hecho y puño en alto en señal de alegría y júbilo. Así, una y otra vez. Esfuerzo en defensa y festival en ataque. Así, una y otra vez. Felicidad en la grada y aplausos desde el banquillo. Como ha sido siempre. Comunión con la marea verde. Antes en Ciudad Jardín y desde hace once temporadas en el Palacio de los Deportes.
La verdad es que todos necesitábamos un partido así, un empujón hacia la prosperidad. Sin medias tintas, con compromiso y lealtad. Un declaración de intenciones formal. De aquí en adelante, éste es el Unicaja que queremos ver. Quizá no lleguen triunfos espectaculares como el de ayer, pero con la sensatez que le puso el equipo será mucho más fácil.
Resultará imposible pedirle al equipo el acierto de ayer (74% en tiros de dos), pero sí la contundencia puesta sobre la pista, en todos los sentidos.
El Unicaja llevó siempre el partido al campo que más le convenía. Y utilizó armas conocidas, pero defectuosas en ocasiones, quizá empaquetadas en el baúl de los recuerdos. El paso mayúsculo de ayer debe servir también para reforzar la minada moral cajista.
Nombres propios
McIntyre dirigió con maestría, Fitch fue el ejecutor perfecto y dentro de la zona todos estuvieron colosales: Guille (12 puntos), Archibald (11 de valoración), Freeland (16) y Sinanovic (10). El encuentro, dado el dominio extremo malagueño, tuvo la emoción de averiguar si el Unicaja iba a ser capaz de voltear el average. Había perdido en Bilbao por 18 puntos (89-71), en uno de los partidos que comenzaron a poner en duda el trabajo García Reneses, y con rentas siempre superiores a los 20 puntos a partir del descanso, el interés se centró en ese aspecto.
Un triplazo de Fitch, a más de ocho metros, parecía sentenciar el asunto (87-62) a dos minutos de la conclusión. A 47.3, se estrechó el marcador: 87-66. Y de nuevo apareció Fitch, con otro triple estratosférico. Fue su partido. Su gran noche. Cogió la bola en la medular y avanzó mientras botaba y se pasaba el esférico entre las piernas. A siete metros y medio se levantó y volvió a clavarla. Era su vigésimo sexto punto. Sí, 26. Uno detrás de otro. Su mejor actuación desde que llegó a Málaga, recuperando las sensaciones perdidas tras las primeras citas, sobre todo en la de su increíble estreno en Vitoria.
En la guerrilla de las faltas y los tiros libres, el Unicaja salió indemne. Y se llevó un grandísimo triunfo: 92-72. Cinco victorias consecutivas en Liga lleva ya Chus Mateo en el Martín Carpena. Por fin suma en positivo en el cómputo liguero en la clasificación: 13 triunfos y 12 derrotas. El equipo ha redondeado una gran semana. Ante el Madrid toca confirmarlo.
Lo mejor
Absolutamente todo
Todo lo que sucedió ayer fue bueno: el Unicaja reencontró su identidad, volvió a sumar un triunfo, ganó por 20 a un gran equipo como el Bilbao, volteó el average de la ida, se congratuló con el Martín Carpena, obtuvo su quinta victoria consecutiva liguera en casa... Imposible pedir más.
Lo peor
El Bilbao Bizkaia Basket
No hubo partido en ningún momento porque el Unicaja impuso sus ansias por ganar y el rival, el Bizkaia Bilbao, no estuvo a la altura. Llegaba a Málaga como el cuarto mejor equipo de la Liga ACB y no lo demostró en ningún momento. Llegó a ir perdiendo por 25 puntos (62-37) y nunca dio la talla ante un gran Unicaja
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